Ayer se presentaron los buques insignia de Samsung y HTC. Por primera vez en dos años la impresión que deja Samsung es superior a la de HTC que, pese a su poca disponibilidad en el mercado, seguía teniendo el mejor tope de gama. En un mundo en que la innovación es lo primero de lo que se habla, HTC se estanca en aquello en lo que era propositivo y se dedica a aumentar cifras para competir con un producto mucho menos disruptivo y que intenta ahora correr lado a lado con el grueso del mercado.
El apartado que más decepciona es el diseño, genial pero gastado luego de dos años, con un grosor alejado de la batalla entre los 6 y los 7 milímetros de los tope de gama para 2015. Samsung, en cambio, apuesta por reducir medidas y hacer mejoras pensadas en convertir al S6 en el móvil de referencia, incluso el lenguajes de sus ejecutivos es sugerente, con sus UX Innovation Team y Design with purpose por doquier.
Hoy HTC parece hablarle únicamente a Samsung, luce como el enfrentado que lo sigue a la distancia, y es probablemente esto lo que más decepciona, porque HTC se había convertido en el anti-Samsung: cuando Samsung ofrecía carcaza de plástico, HTC optó por el Metal; Samsung iba por más megapixeles, HTC presenta Ultrapixel; Samsung no entiende dónde poner los altavoces, HTC los ubica en el lugar perfecto; Samsung sobrecarga su interfaz, HTC Sense elige simplificarse progresivamente.
Son muchas las oportunidades perdidas por HTC en un mercado en que la diferenciación resalta y el M7 parecía trazar el camino. Se podía seguir por esa ruta. La doble cámara trasera del M8 y su uso para fotos planas con mejoras de enfoque y un toque tridimensional, parecía evidencia de que todos en la industria estaban mal, porque en todo caso tenemos dos ojos y no uno. Ultrapixel también parecía hablar a quienes buscan una calidad de fotografía cada vez más cercana a la de las cámaras profesionales, en lugar de sólo aumentar megapixeles. El audio frontal era rompedor, aunque se podía buscar la manera de no dejarlo tan a la vista manteniendo la experiencia. HTC Sense con el toque Flipboard hacía dudar a algunos puristas que prefieren la apariencia Android que viene de fábrica.
El apartado que más decepciona es el diseño, genial pero gastado luego de dos años, con un grosor alejado de la batalla entre los 6 y los 7 milímetros de los tope de gama para 2015. Samsung, en cambio, apuesta por reducir medidas y hacer mejoras pensadas en convertir al S6 en el móvil de referencia, incluso el lenguajes de sus ejecutivos es sugerente, con sus UX Innovation Team y Design with purpose por doquier.
Hoy HTC parece hablarle únicamente a Samsung, luce como el enfrentado que lo sigue a la distancia, y es probablemente esto lo que más decepciona, porque HTC se había convertido en el anti-Samsung: cuando Samsung ofrecía carcaza de plástico, HTC optó por el Metal; Samsung iba por más megapixeles, HTC presenta Ultrapixel; Samsung no entiende dónde poner los altavoces, HTC los ubica en el lugar perfecto; Samsung sobrecarga su interfaz, HTC Sense elige simplificarse progresivamente.
El HTC One que muchos esperábamos |
El M7 fue un equipo que siempre quise, mi preferido incluso por su disruptiva cámara ultrapixel de baja resolución, un equipo al que no accedí sólo por estar muy cerca en el tiempo de mi móvil de ese momento. El M8 fue una pequeña decepción en el camino, pero el M9 definitivamente ha roto corazones.
Esquirla: desde que se puso en marcha Lollipop y se hicieron públicos Material Design y otros cambios relevantes, se ha dejado de hablar de Tizen y de otros sistemas operativos de fabricantes para reemplazar a Androir. Así funciona la innovación, el que permanece estático se puede volver irrelevante rápidamente, otra cosa es competir con quienes ofrecen mejoras y nuevas características a un ritmo que resulta muy difícil de seguir.
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