Hay quienes se molestan por el hábito zombi de los usuarios de teléfonos móviles, ya saben, aquello de agachar la mirada y abstraerse del mundo. Quiero sugerir una forma diferente y tal vez más hermosa de verlo.
En la mañana caminaba por la calle y veía muchas personas agachando la mirada para concentrar la totalidad de su atención hacia sus aparatos de comunicación. La mayoría seguramente chateaba, miraba su Facebook o esperaba recibir un mensaje, y es cierto que puede ser un comportamiento peligroso cuando se hace mientras se camina por cualquiera de las concurridas calles de la ciudad. Pero no todos lo usuarios de teléfonos móviles mantienen este hábito sobre la marcha, muchos prefieren detenerse, sentarse en la silla de un parque o en un anden, y bajar la mirada para empezar a manipular sus teléfonos.
Vi a una joven madre distraer la atención que antes tenía hacia su pequeña hija para sentarse y manipular su teléfono; supongo que no está bien, que no tiene salvación, pero afirmamos que está mal porque nos damos cuenta de que está distrayendo su atención de algo que juzgamos más importante. Lo que sí resulta maravilloso es encontrarse con personas absortas en sus teléfonos sin distracción previa, sentadas en los andenes o acurrucadas en una silla, escudriñando en sus teléfonos, tocándolos con total curiosidad sobre lo que pasa a cada gesto, despulgándolos. La imagen que se me vino a la mente fue esta.
Hay que salir a la calle y ver al homo sapiens acurrucado, concentrado en la manipulación de pequeños artilugios durante horas. La actitud contemplativa y la manipulación primitiva que nos hace ver como primates me parece sugerente, como una confirmación de nuestra identidad y de nuestra relación cercana con otros simios, una confirmación que podemos ver todos los días por las calles y disfrutar de una forma casi poética.
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